lunes, 28 de enero de 2013

El lado bueno de las cosas (Silver Linings Playbook)

Si alguna de las nominadas a mejor película está bien situada para triunfar la noche de los Óscar ésa es El lado bueno de las cosas. La película de David O. Russell opta a todos los premios artísticos: película, director, guión, actor, actriz y actor y actriz de reparto, cosa que no pueden decir el resto de sus competidoras.
 
Su intención marcadamente indie y el apoyo de los hermanos Weinstein son otros de los factores a tener en cuenta para apostar por ella. Además, se trata de la típica historia que gusta mucho a los académicos: Un hombre con bipolaridad que quiere recuperar a su mujer, un padre tan desquiciado como él, una madre preocupada y superada, unos amigos que deberían ser tratados, al menos, por un psicólogo y, cómo no, una mujer con la que comparte más de un trauma. Es decir, personajes cuyos problemas mentales les convierten en marginales de la sociedad tal y como sucedía en, por ejemplo, Alguien voló sobre el nido del cuco.
 
 

Pero hasta ahí los puntos a favor de El lado bueno de las cosas. Y por supuesto los de unión con la película de Milos Forman ¿Por qué?
 
 
Pues porque tras las nominaciones a los Oscar El lado bueno de las cosas se ha visto superada por otras cintas, tanto en las categorías generales como en las de comedia/musical. Así ocurrió en los Globos de Oro cuando Les Misérables la superó en este último apartado.
 
 
Y además, porque podría calificarla como una comedia romántica más de esas que llenan las carteleras en verano pero claro, si la vestimos con un original punto de partida y unos personajes excéntricos la convertimos en una de esas falsas pseudointelectualoides comedias que tantas veces se apropian del título de cine independiente. Ni siquiera me parece que los actores, todos correctos, sean merecedores de premios o nominaciones, excepto si la capacidad de dicción y verborreica cuenta para ganarlos.
 
Dicen que las comedias parten con desventaja a la hora de ser reconocidas. Es cierto. También lo es que para que lo sean deberían tener más gracia que El lado bueno de las cosas. Y no hablo de reírme, que también, sino de tener más talento, no sólo para iniciar una trama más o menos origninal sino para desarrollarla y cerrarla más o menos decentemente (ni siquiera el pequeño homenaje a Cantando bajo la lluvia me hace sonreir). O´Russell se pierde en los segundos puntos de la historia, dejándome más frío que otra cosa, lo que me ocurre a menudo con este director.

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