miércoles, 8 de septiembre de 2010

Cuerpos de Cine (I). El Cuerpo se va de fiesta

Lluís Bonet Mojica homenajeó ayer en la edición digital de la Vanguardia al Cuerpo del Cine. Cumplía 70 años Rachel Welch. Y en su artículo nos recordaba a un mito erótico de los 60 y 70 cuyo físico imponente lastró toda su carrera interpretativa no dejando al gran público descubrir si tras esas voluptuosas curvas existía una actriz de verdad.

No era la actriz mejor dotada de la escena y aunque en su mayoría de apariciones cinematográficas no pasó de ser un mero florero para deleite de la vista de toda una generación hemos de ser justos con ella y descubrirla en una pequeña joya de James Ivory: Fiesta Salvaje (1975) es seguramente su mejor interpretación.

El director californiano, ejemplo de la puesta en escena elegante, de las películas victorianas o mal llamadas "de época" en toda su exhuberancia, género fuera del cual siempre ha parecido sentirse huérfano y pérdido, nos regala en este filme una excepción a su monótona, aunque nunca desdeñable, filmografía.

Fiesta Salvaje nos muestra el tapiz de aquel Hollywood que se debatía entre el cine mudo y el sonoro, en la transición entre la mueca y la palabra y de todo lo que supuso ese paso para muchas de esas antiguas estrellas que no supieron o no pudieron dotar a su voz de la personalidad que requerían los nuevos tiempos y no pudieron evitar perderse en el olvido del gran público, y no, no nos dibuja un universo de glamour, nos enseña un Hollywood sucio, obsceno, negro, muy negro, sin concesiones para el espectador que apenas puede empatizar con su protagonista, un seboso cómico del cine mudo, otrora gran estrella, que busca su última gran oportunidad de volver a las primeras páginas, pero al cual tampoco salva de la quema, dejándole ser devorado por los caníbales, los propios y los ajenos.

En medio de todo este fango, brilla la figura y el personaje de Rachel Welch, siempre acompañada por su incontinente silueta y su sensualidad, interpreta a la amante del perdedor, al que se niega a abandonar a pesar de que no la merece, de su autodestructiva y despreciable existencia y al que se mantiene leal hasta sus últimas trágicas consecuencias.

La película comienza...y el Cuerpo tiene ganas de fiesta... 

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