lunes, 12 de abril de 2010

El octavo pasajero

Canal + repone durante estas semanas las tres primeras adaptaciones de la abominación hecha forma. La criatura que cambió nuestra forma de comparecer ante el Universo tenia cabeza ahuevada, garras afiladas, una sonrisa que heló la sangre de todos los que la sufrimos por vez primera y una voracidad que sobrepasaba los límites de la lógica humana.  

Alien, el octavo pasajero es, junto a Blade Runner, la obra maestra del director Ridley Scott. Tras su debut como realizador en Los duelistas el autor británico afrontó un reto cuyo conductor había sido el hasta ese momento existoso Walter Hill. Éste abandonó el proyecto como director y continuó en su labor de guionista cediendo su timón a Scott que, una vez cogidas las riendas, hizo suyo el proyecto comenzando por dar nombre a uno de los personajes de la película, la nave Nostromo, influido por uno de sus autores fetiche y que ya adaptó para su citada ópera prima, Joseph Conrad.

Su pasado como realizador de videoclips y anuncios contribuyó a la perfección no sólo estética sino también de sensaciones de cada una de las escenas de la película en las cuales se acoplaban como una sinfonía perfecta los sonidos espaciales, las respiraciones, las salidas de aire, las alarmas, los gritos y los jadeos con las imágenes oscuras, claustrofóbicas de escenarios ocluidos, de pasillos de esclusas y compuertas interminables, que someten al espectador desde el miedo a lo desconocido de los compases iniciales al terror absoluto ante la atroz criatura surgida de las tinieblas del Infinito. En este punto, no podemos olvidar la acertada decisión del director de no mostrar en ningún momento - hasta la escena final -  la integridad del monstruo lo cual deriva en un horror absoluto sobre lo que sientes y presientes más allá de la repulsión generada por el magnífico diseño ideado por el pintor Hans Ruedi Giger.



Sin embargo, no podemos destacar únicamente lo antedicho: La tensa relación entre los tripulantes, las inquietantes figuras de Madre, la computadora que domina la nave Nostrom, y de Ash, el oficial científico, y, por encima de todos, el nacimiento de uno de los héroes más fuertes y más humanos de la historia del cine, Ripley, papel destinado a Tom Skerrit (que finalmente interpretó al capitán Dallas) y que fue a parar a las manos de una mujer, de una actriz de facciones duras, angulosas, de fígura rectilinea y de voz grave, Sigourney Weaver, que desde ese momento nunca podría separarse de la criatura que le dio la fama hizo de Alien, el octavo pasajero, un imprescindible no sólo del género de terror, sino de la misma historia del Cine.

Posteriormente, otros directores revisitaron el mito del monstruo espacial con distintos resultados y estilos, de la misma forma que marcaron sus posteriores carreras. James Cameron, tras su Terminator, encaró el film Aliens, El Regreso, de 1986, cinta que mantiene la estética anterior pero que enfoca la historia a una acción más consumible por el gran público. Y en 1992, se estrenó Alien 3, cinta de carácter crepuscular que recuperaba el ambiente enclaustrado de la primera parte concluyendo la saga de manera ajustada al destino de sus protagonistas. Este film marcó el inicio de la carrera de uno de los autores más personales de la actualidad, David Fincher, creador de un universo y estilo visual propio, a través de obras como Seven, Zodiac o el Curioso Caso de Benjamin Button.

Otras producciones han devuelto al monstruo a la gran pantalla pero el nivel de las mismas impropio de nuestro temido protagonista nos hacen omitirlas del presente artículo. Ahora, el padre original de la criatura, Ridley Scott, vuelve a recuperar el mito para contarnos los orígenes de esta abominación alienígena. Esperamos que vuelvan los escalofríos aunque ya hayamos perdido la inocencia...  


No hay comentarios:

Publicar un comentario