sábado, 6 de marzo de 2010

And the loser was...

A pocas horas de conocer el film que entrará en la historia de los Óscar con el premio a la mejor película, recordaremos en este artículo algunas de las producciones que, siendo nominadas en la gran noche del cine, se quedaron con la miel en los labios siendo relegadas al ostracismo, justa o injustamente. Porque en una sociedad donde sólo se recuerda a los vencedores no está de más hacer un homenaje a aquellas cintas que no se llevaron el trofeo a casa, pero que han perdurado en nuestra memoria con tanta o más fuerza de lo que lo han hecho las ganadoras. 


1941 - Ciudadano Welles: En un año donde competía la película considerada durante años la mejor de la historia resulta increible que no ganara la estatuilla ese año. Ganó otro clásico del cine Qué verde era mi valle de John Ford, pero por su innovación en la narrativa y su influencia en las generaciones siguientes la Academia no fue justa con Ciudadano Kane, relegándola al premio al mejor guión original para el otro Mankiewicz (Hermann) y el propio Welles que con su ópera prima iniciaba su leyenda negra en la meca del cine.

1946 - Vivir es bello a veces: El clásico por excelencia cuento de Navidad de Frank Capra Qué bello es vivir se quedó compuesta y sin premio ante el magnífico melodrama del "Mr. Óscar" William Wyler Los mejores años de nuestra vida. Aunque el film ganador es de indudable calidad, el transcurso de los años ha hecho de la cinta perdedora un título imprescindible en la historia del séptimo arte.

1951 - Un tranvía que se quedó en deseo: A pesar de que Un Americano en París es un clásico del musical, parece extraño que una de las obras cumbre del teatro llevado al cine Un tranvía llamado deseo no ganara el Óscar a la mejor película. Si además tenemos en cuenta que tres de sus intérpetres principales se llevaron premio (Vivien Leigh, Karl Malden y Kim Hunter) y el cuarto se quedó a las puertas (Marlon Brando) con una nominación, no parece coherente que el film se quedara sin premio, siendo uno de los mejores ejemplos de dirección de actores jamás llevados a la gran pantalla.



1952 - Solo y sin triunfo: Si hasta ahora hemos hablado de injusticias discutibles debido a la calidad artística de las películas ganadoras, he aquí uno de los más claros ejemplos de error por parte de la Academia. El circo montado por Cecil B. De Mille  en El mayor espectáculo del Mundo derrotó de manera increible a dos clásicos que han marcado a generaciones enteras Solo ante el peligro y El hombre tranquilo. Cualquiera de las dos hubiera sido una justa vencedora.

1956 - Gigante no fue el Óscar: Aunque ninguna de las nominadas puede considerarse una obra maestra del séptimo arte, sí que mejoraban a la ganadora La Vuelta al Mundo en 80 días, film basado en la novela de Julio Verne. Ni Gigante, ni Los Diez Mandamientos ni El Rey y yo convencieron a los miembros de la Academia. A este humilde servidor sí, por lo menos, por delante de la citada cinta de aventuras.

1958 - La gata sin premio: Tan injusto fue que Elizabeth Taylor se quedara sin premio como que lo hicieran Richard Brooks como director y La gata sobre el tejado de zinc como mejor pelicula ante otro musical de Vicente Minnelli, Gigi.

1961 - Buscó pero no encontró: Como anteriormente, Paul Newman se quedó sin premio en una de sus mejores interpretaciones por El buscavidas. Esta gran película se vio ensombrecida ante el fenómeno de West Side Story que arrolló ese año. Este error con Newman fue compensado años más tarde concediéndole el Óscar por el mismo papel, pero mucho más viejo, en El color del dinero

1962 - Matar un sueño: Este año, una obra maestra del cine Lawrence de Arabia dejó en segundo plano una de las más bellas historias llevadas a la gran pantalla. Matar a un ruiseñor no se llevó el premio pero al menos nos queda el consuelo de que Gregory Peck, por interpretar de manera conmovedora al espléndido personaje Atticus Finch, se llevara el Óscar a casa. 

1965 -  Lágrimas más que Sonrisas: El musical de la familia Trapp se impuso a Dr. Zhivago, epopeya romántica del gran David Lean.

1967 - Bonnie sin Clyde: Bonnie and Clyde, drama que narraba la historia de dos de los bandoleros más famosos de la Gran Depresión americana se ha convertido en una de las obras clave del género de cine negro. La moderna narrativa utilizada por Arthur Penn no se vio recompensada ante un drama racial muy de moda en ese año, "En el calor de la noche".

1971 - La conexión mecánica: The French Connection con el gran Fernando Rey ajusticiado por el también grande Gene Hackman derrotó en esa noche de los Óscar a una de las películas más turbadoras e influyentes de la historia moderna del cine. La Naranja Mecánica puede encantar o asquear pero no se puede ignorar su trascendencia en los últimos decenios.

1976 - Rocky deja KO a Hollywood: Asi aparecía Sylvester Stallone en la portada de Newsweek sujetando un Óscar gigante. Cualquiera de las nominadas era mejor película que Rocky. Network, Todos los hombres del presidente, pero por encima de todas Taxi Driver de Martin Scorsese, otro film que ha marcado un antes y un después en la Historia moderna del séptimo arte que se vió superada por el inefable semental italiano. Una de las mayores injusticias de la Academia.  



1980 - Película corriente: Gente corriente, ópera prima de Robert Redford como director, era un sólido drama alrededor de una familia que vive las consecuencias de la pérdida de uno de sus miembros, pero no soportaba ninguna comparación con la obra maestra de Martin Scorsese Toro Salvaje. Marty rodó este film tras pasar por un periodo depresivo, seguramente no pudo soportar perder con Rocky años atrás, y seguramente creyó, visto el antecedente, que narrando la vida del boxeador Jake La Motta se ganaría el favor de la Academia, no fue así pero al menos un Robert de Niro en estado de gracia consiguió el Óscar al mejor actor.

1981 - Carros de óscars: Atlantic City con Burt Lancaster y Susan Sarandon y En busca del Arca Perdida" eran las mejores películas de ese año. Sin embargo, Carros de Fuego se llevó el premio en esa edición. De nuevo la Academia erró el año ya que la película de deportes a premiar debió ser el año anterior y no ése.

1982 - Mi teléfono, ¿mi Óscar?: Pues tampoco ése sería el año en que Steven Spielberg se llevara la estatuilla. En su lugar el aburrido biopic de Gandhi le robó los honores al más famoso alien de la historia E.T.. En cualquier caso, Veredicto final de los magníficos Sidney Lumet como director, y Paul Newman y James Mason como intérpetres, Tootsie una de las mejores comedias de los útlimos treinta años con un enorme Dustin Hoffman, o Desaparecido con Jack Lemmon, mangnífico drama sobre la dictadura chilena, podian haber sido un premio más justo que el entregado esa noche.

1984 - Pasaje sin premio: La fiebre por los biopics en los 80 hizo que de nuevo el Óscar a la mejor película fuera a parar a la insoportable Amadeus cuya mayor virtud era la música, obviamente del ínclito, y la interpretación de F. Murray Abraham, que no, no interpretaba a Mozart, sino a Salieri. Los gritos del silencio y Pasaje a la India, canto del cisne del maestro David Lean, superaban en calidad y sensibilidad a la citada biografía filmada.

1989 - El club de los no premiados: En un año de calidad discutible en las nominaciones, como fue norma en la década que acababa, destaca por encima del resto la lírica y emocional El club de los poetas muertos un viaje iniciático para un grupo de muchachos que descubren el sentido de la vida de la mano de un  muy contenido Robin Williams en su papel de profesor Keating. En su lugar triunfó el ñoño drama Paseando a Miss Daisy.

1990 - Sin uno de los nuestros: Una vez más, una obra maestra de Scorsese, Uno de los nuestros se quedaba sin premio ante la sólo correcta Bailando con lobos. A pesar de todo Marty siguió intentándolo y finalmente lo consiguió, aunque no fuera por su mejor film.

1994 - El tonto no lo era tanto: A un lado, Forrest Gump una mezcla de historia de superación personal y de amor edulcorado en un entorno de los pasajes más recientes de la historia americana. Al otro extremo, la segunda película del irreverente Quentin Tarantino, Pulp Fiction, serie de historias cruzadas llenas de violencia tanto física como verbal, con monólogos y diálogos tan brillantes como surrealistas, y en una suerte de narración epistolar y con continúos saltos temporales, ¿Alguien dudaba de quién iba a ganar?

1997 - El hundimiento salió a flote: Titanic igualó a Ben Hur como película con más Óscar de la Historia. Sin embargo, ante la espectacularidad de la cinta de Cameron, mi corazón se decanta por un clásico de los 40 rodado en los umbrales del siglo XXI. L.A.Confidential reúne todo el aroma del cine negro en un guión que bien pudiera haber rodado el mismísimo Howard Hawks.

1998 - Shakespeare con Óscar: Shakespeare in Love mediocre imaginario sobre el romance del autor de Romeo y Julieta con una doncella sorprendió a propios y extraños cuando se alzó con la estatuilla ese curso, año en el cual se estrenaron dos obras maestras del cine bélico, Salvar al Soldado Ryan con el mejor arranque jamás visto sobre el género, y La Delgada Línea Roja reflexión antibelicista de tonos éticos-filosóficos. 



1999 - American Beauty: Aunque es cierto que el premio a la mejor producción del año fue más que justo para esta disección de la sociedad americana en forma de sátira, debe destacarse El dilema, crítica a la industria tabaquera rodada a modo documental y cámara al hombro. La película de Michael Mann constituye uno de los mejores acercamientos al mundo empresarial y periodistico.

Cierto es que muchas de estas películas se han ganado su hueco en la Leyenda del Cine por méritos propios y sin necesidad de premios del mismo modo que algunas de las premiadas permanecerán únicamente en la Historia de los Óscar, porque estos premios no dominarán nuestros recuerdos, sino que será la memoria de cada uno la que recordará y seguirá recreando los relatos que más le han turbado, emocionado, entusiasmado, divertido y entretenido, así que no se desesperen si comprueban que tampoco este año gana su película favorita porque como dijo el sabio: nunca llueve a gusto de todos...y menos en Hollywood.   

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