El sacrificio realizado por el Rey de los Judíos en pro de "nuestra Salvación" dio lugar a cientos de tradiciones paganas a lo largo y ancho de la geografía mundial durante la época de Cuaresma. Las loas convertidas en tótems escultóricos llevados a hombros por los penitentes silenciosos o venerados por las saetas más sentidas fueron emuladas por el séptimo arte en forma de sacralización, La Historia Más Grande Jamás Contada, Rey de Reyes, y Jesús de Nazaret, de ejercicio de psicodelia, Jesucristo Superstar, de humanización, La última tentación de Cristo, o de manifiesto político, El evangelio según San Mateo.
Sin embargo, toda Luz comporta Oscuridad, toda Salvación debe conllevar Perdición...Así, en una época de convulsiones políticas, de cambios sociales y de revoluciones culturales como fueron los últimos 60 y la década de los 70, se produjeron tres películas cuyo protagonista no era otro que el reverso tenebroso del Redentor de la Humanidad y su llegada (o manifestación) al Mundo. Esas tres obras, ajenas en su realización, han venido a denominarse como la Trilogía del Anticristo.
Rosemay´s Baby (1968). El director Roman Polanski aceptó como primer encargo en el cine americano la adaptación al cine de la novela homónima de Ira Levin. Una mujer (Mia Farrow) deseosa de tener un hijo con su esposo (John Cassavettes) consigue quedarse embarazada tras una noche de pesadilla. Tras la noticia, sus vecinos no escatiman en cuidados hacia la futura madre.
Rodada en un ambiente claustrofóbico de interiores, en su mayoría estancias cerradas, pasillos y vestíbulos fríos y oscuros, y con el Edificio Dakota como telón de fondo, un personaje más de la propia trama, convierten a Rosemary´s Baby una pieza clave del terror cláisco.
El film que abrió las puertas de Hollywood a Polanski, lanzó la carrera de Mia Farrow y supuso un Óscar a la mejor actriz de reparto a la entrometida vecina Ruth Gordon y al Guión Adaptado para el propio Polanski, pero támbién fue el inicio de la escabrosa vida de su director, tanto en el papel de víctima como de ejecutor, y de la leyenda negra del enigmático edificio, sobre todo tras la muerte del músico John Lennon.
The Exorcist (1973). Primera película de terror nominada al Óscar al mejor film, su estreno produjo un enorme impacto entre el gran público al tratarse de un film que introdujo particularidades novedosas en el tratamiento del horror, desde la ambientación inicial en Oriente Medio hasta el suspense desarrollado en el frío Washington D.C., pasando por las escenas escatológicas protagonizadas por Linda Blair y rematando con el tratamiento de la música a través de la revolucionaria Tubular Bells. A pesar de lo grotesco de algunas secuencias, el desarrollo de la trama hasta el descubrimiento del misterio y el suspense mantenido durante todo el metraje, hacen de este film una pieza indispensable en la meca del Horror.
El film, ganador de los Globos de Oro de ese año, sucumbió en la Ceremonia de los Óscars ante El Golpe. El éxito de El Exorcista devino el descubrimiento de la niña protagonista Linda Blair y de Jason Miller en el papel del Padre Karras, además de la confirmación en el estrellato de los realizadores de William Friedkin, quien ya había triunfado 2 años antes con French Connection. Tanto los actores citados, cuyos personajes en la ficción tuvieron mayor contacto con el Diablo, como el "padre" de la criatura, no volvieron ni han vuelto jamás a alcanzar el mínimo reconocimiento en el mundo del Cine...
The Omen (1976), Film dirigido por Richard Donner, creador años más tarde de la inefable saga de Arma Letal, y con la presencia mayúscula del gran Gregory Peck, narra la historia de una pareja norteamericana (Peck y Lee Remick) y de su hijo Damien (Harvey Stephens), un niño inquietante a cuyo alrededor se suceden hechos estremecedores.
A pesar de ser la menos reconocida de las tres, las magníficas interpretaciones de su reparto, el desarrollo in crescendo del misterio alrededor de su personaje principal, la sucesión de acontecimientos que hilan la maraña del guión, la atormentada música de Jerry Goldsmith y su precipitado final, hacen de La Profecía un clásico del terror psicológico que sumerge al espectador en su tenebroso universo.
En una época donde el terror cinematográfico se funda en imágenes impactantes, violencia explícita y sobresaltos continuos y más bien gratuitos, la trilogía del Anticristo se convierte en imprescindible para todos aquellos aficionados que disfrutan, o sufren, con atmósferas sobrecogedoras, ambientes llenos de suspense, terror sugerido y tramas destinadas a un clímax final. Porque el peor de los miedos no es aquél que puedes palpar sino el que no puedes comprender.
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